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Que la COVID 19 no nos haga desviar la atención de otros riesgos del trabajo

Pandemia, Coronavirus, SARS-CoV-2, COVID-19, UCI, neumonía bilateral, ERTE, estado de alarma, confinamiento, mascarillas, teletrabajo … son palabras y conceptos que hasta ahora la gran mayoría de la población mundial desconocíamos o prácticamente no utilizábamos.

Desde principios de 2020 el "enemigo a batir" es el virus, el mayor riesgo es el contagio, y todos los esfuerzos por parte de instituciones, empresas, y sociedad en su conjunto se han centrado en tal fin.

Para las compañías que afortunadamente han seguido trabajando durante todo este tiempo, o han ido reactivando su actividad progresivamente, su principal preocupación, y así nos lo han hecho saber a sus servicios de prevención, ha sido la gestión del virus y los protocolos a seguir para evitar el contagio entre sus empleados y poder seguir trabajando ¿Qué medidas debemos tomar? ¿Cuáles son las mascarillas que debemos utilizar en el espacio de trabajo? ¿Cómo debo organizar el teletrabajo?, etc.

Tal ha sido la magnitud de esta crisis sanitaria, que hemos olvidado o dejado en un segundo plano otros muchos riesgos derivados del trabajo que han seguido ahí y que requieren de atención por parte de las empresas y de formación para los trabajadores. Los que nos dedicamos a la formación en prevención de riesgos laborales, en muchas ocasiones, nos está siendo complicado explicar a nuestros clientes que esos otros riesgos, aparte del contagio del SARS-Cov-2, siguen presentes.


Nuevos modelos formativos

Hace algo más de un año, el 14 de marzo de 2020, se publicaba en España el Real Decreto 463/2020, por el que se decretaba un estado de alarma y se confinaba a toda la población con la excepción de aquellos que desarrollan actividades llamadas Esenciales (relacionadas con actividad sanitaria y farmacéutica, de emergencias, servicios de mantenimiento, transporte, alimentación, etc.). Los trabajadores que prestan sus servicios en estas actividades necesitan seguir formándose, pero sin embargo, en este Real Decreto, nos encontrábamos con el artículo 9 de Medidas de contención en el ámbito educativo y de la formación, por el cual:

  1. Se suspende la actividad educativa presencial en todos los centros y etapas, ciclos, grados, cursos y niveles de enseñanza contemplados en el artículo 3 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, incluida la enseñanza universitaria, así como cualesquiera otras actividades educativas o de formación impartidas en otros centros públicos o privados.
  2. Durante el período de suspensión se mantendrán las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y «online», siempre que resulte posible.

Esta situación provocó que, todos los que nos dedicamos a la impartición de formación (ya no solo en materia de PRL sino también colegios, universidades, academias, etc.) nos viéramos obligados a replantear escenarios que permitieran, durante un periodo indeterminado de tiempo, proporcionar la formación necesaria a aquellas personas para las que era imprescindible seguir formándose. Debido a la imposibilidad de seguir con la formación presencial, otras modalidades surgieron, o resurgieron para liderar el panorama formativo.

La formación online

A pesar de tratarse de una modalidad con una fuerte implantación, el escenario de pandemia ha propiciado un incremento exponencial de su uso. Las formaciones de prevención de riesgos laborales online se han llegado a triplicar y cuadriplicar. Para ello ha sido necesario, por un lado, replantear las acciones formativas en sí, mejorando e incrementando los títulos y contenidos de los cursos y, por otro, reforzar los seguimientos tutoriales.

Además, este exponencial crecimiento de la formación online ha requerido de un reajuste en la capacitación de los propios sistemas, servidores, plataformas, y otros aspectos técnicos.

Aula virtual

A mitad del mes de abril de 2020, el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) publicó una resolución en la que equiparaba la formación impartida mediante Aula Virtual a la formación presencial de cara a poder bonificarse. Esto ha supuesto un auténtico boom en el mercado de las aplicaciones de videoconferencia existentes, muchas de ellas gratuitas, que se han desarrollado para adaptarse a los requisitos necesarios para impartir formación mediante este sistema. Asimismo, han aparecido en el mercado multitud de nuevas aplicaciones, de pago, que cumplen los requisitos para ser utilizadas para la impartición de formación en esta modalidad.

Tras un año de intensa experiencia, debemos ser conscientes de que estas nuevas modalidades formativas han llegado para quedarse, pero la formación presencial no va a desaparecer, y menos en materia de prevención, ya que hay muchos cursos que requieren de la experiencia práctica por parte del trabajador.

Este nuevo paradigma de la formación supondrá también reforzar las habilidades tecnológicas de las empresas y de la población trabajadora. Deberemos asistir al incremento de recursos en las empresas que, a cambio del ahorro de costes de desplazamientos deberán invertir en sistemas que permitan que sus trabajadores puedan formarse desde la propia empresa o, desde sus domicilios.


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