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Nuevo año, nuevos propósitos. La importancia de fijarse objetivos

Empieza un nuevo año y como siempre nos planteamos nuevos propósitos ¿por qué y para qué sirve tener objetivos en la vida?

En consulta, se sientan mis directivos un año tras otro y escucho un comentario común: "¡Cómo pasa el tiempo de rápido!" ¿De verdad pasa más rápido ahora que antes? ¿Es posible que haya cambiado la velocidad con la que se mueven las agujas del reloj? Todos sabemos que no.

Nuestra vida, repleta ahora de múltiples y variadas actividades y responsabilidades, nos lleva acelerados y con urgencia para lograr acometer todas esas cosas tan importantes que parece que la vida nos ha puesto en el camino. Como se suele decir: "vamos como pollo sin cabeza".

Me encanta esa expresión. Define y describe una surrealista imagen del ser humano pretendiendo alcanzar algo que ni sabe que es.

Nos levantamos cada mañana con la única y humilde meta de lograr ‘hacerlo todo’: ocuparnos de nuestros hijos, llevarles y recogerles del colegio, atender sus extraescolares, sus deberes, agendas médicas, sociales, deportivas; trabajar, ser un magnífico empleado que brille, se desarrolle, genere negocio, aporte ideas y no de problemas; cultivar el ocio, salir a correr, o hacer yoga, o pilates, o nadar, o salir a andar, o ir al curso de cocina, de literatura o de baile; ser una buena pareja, recordar las fechas de aniversarios, cumpleaños, reservar en el restaurante para la cena del sábado, ser comprensivo, empático, paciente y amoroso; no descuidar a la familia de origen, padres, hermanos, sobrinos, primos, estar disponible para variadas y diversas celebraciones, y sin olvidar a la familia política; y por último, y no por ello menos importante, los amigos con los que quedar de vez en cuando para cenas, comidas o llamarles, al menos, una vez a la semana….

¡Agotador!

Y de todo ese larguísimo listado que acude a nuestra mente mientras estamos en la ducha, ¿Cuántas cosas acometemos? Y de las que llevamos a cabo ¿de cuantas de ellas disfrutamos? Fijarse metas sirve para aprender el arte de decidir qué es importante. En la vida hay que tomar decisiones, no se puede hacer todo. Por eso es importante plantearse lo siguiente:

¿Qué quiero que haya en mí vida? Busca metas concretas y desafiantes, pero no imposibles, ni difusas. Visualízate alcanzando tu objetivo y disfrútalo.

¿Cómo lo quiero? Metas a largo plazo, que nos hagan trabajar nuestra atención sobre ella. Para acometerlas, las convertiremos en objetivos más pequeños que iremos cumpliendo cada día.

¿Por qué lo quiero? Busca en tu interior. Atiende a las verdaderas cosas quieres hacer y no a las que "tienes" o "debes" hacer.

Llegados a este punto, me preguntan a veces "entonces, ¿no tengo que trabajar si no quiero?", y yo les contesto "por supuesto que puedes no trabajar. Nadie te obliga. Pero ¿Qué te permite hacer ese dinero con el que pagas la casa donde vives, te vas de vacaciones, al cine o a cenar? Esas cosas sí que las quieres ¿verdad? Entonces, ¿quieres trabajar?". La respuesta es obvia: SI.

Es una elección libre. Todos podemos convertir un "tengo" en un "quiero".

Mis metas son sólo mías y tan flexibles como yo quiera, porque el objetivo de ellas no es solo lograr alcanzarlas, sino disfrutarlas mientras estoy en el camino. Es posible que descubra otras que no imaginaba, que las cambie sobre la marcha porque encuentre que, en el fondo, aquello que elegí, no me hace feliz. Es posible que dirigir mis energías a aquello que me motiva, me ayude a abandonar lo que antes había y que ahora no quiero en mi vida.

Cualquier momento es bueno para marcarse una nueva meta.

  • Fija una concreta a largo plazo en cada una de ellas (ejemplo: "quiero hacer con mi hijo esa actividad que más le gusta a él")

  • Busca los motivos por lo que quieres conseguirla (Ejemplo: "compartir con él eso que a él le hace feliz para que ambos nos sintamos más unidos").

  • Visualízate alcanzándola e imagina qué es lo que sentirás mientras lo haces.

  • Planifica el cómo lo vas a hacer; es decir, identifica y recoge qué conductas concretas son las necesarias para la consecución de esa meta (ejemplo: "estaré atenta a cada cosa que me cuenta y hace mi hijo, para conocer qué actividad es la que más le gusta")

  • Convierte esa meta en otras más pequeñas y busca apoyarte en lo que ellas te refuerzan. Planifícalas también, aunque sean pequeñas.

Saber y sentir que tenemos motivos que nos hacen movernos en nuestra vida, es la clave para que el tiempo, que aun así pasará, deje huella en nosotros.


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