Los fenómenos naturales como terremotos, inundaciones, huracanes y deslizamientos de tierra representan desafíos significativos para las comunidades afectadas y para los equipos de intervención encargados de responder ante estas situaciones. Estos eventos no solo provocan daños materiales y pérdidas humanas, sino que también exponen a los trabajadores de emergencia a una variedad de riesgos laborales.
Las estadísticas globales muestran que, entre 2000 y 2023, más de 1,65 millones de personas perdieron la vida debido a desastres naturales, según datos del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED). Esta cifra resalta la magnitud de los desafíos que enfrentan los equipos de intervención, quienes trabajan en condiciones adversas para mitigar las consecuencias de estos eventos y salvar vidas.
Además, la imprevisibilidad y la magnitud de estos fenómenos agravan las condiciones de trabajo, exigiendo respuestas rápidas y efectivas en entornos peligrosos. Esto resalta la necesidad de comprender a fondo las dinámicas de cada tipo de catástrofe para planificar estrategias de intervención adecuadas y tener presente que, conceptualmente, una catástrofe natural no es un riesgo laboral y que escapa del concepto de autoprotección, que es proteger a los trabajadores de los riesgos generados por la actividad propia de una empresa.
La intervención en catástrofes naturales presenta un entorno único y altamente peligroso. Entre los riesgos más comunes, destacan:
La formación integral es crucial para garantizar la seguridad y eficacia de los equipos que operan en entornos de alta presión. Esta formación debe incluir:
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que, cada año, más de 10.000 trabajadores de emergencias sufren lesiones relacionadas con su actividad durante intervenciones en catástrofes. Estos incidentes abarcan desde fracturas y quemaduras hasta enfermedades respiratorias crónicas causadas por la exposición a polvos y sustancias tóxicas.
Además, un estudio reciente de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja destaca que el 40% de los equipos de intervención experimentan altos niveles de estrés y ansiedad, afectando su desempeño. Otro informe subraya que la falta de equipos adecuados aumenta en un 30% el tiempo necesario para realizar rescates efectivos.
Los datos también revelan una correlación directa entre la calidad de los equipos y la tasa de éxito en las intervenciones. Por ejemplo, en las operaciones tras el terremoto de Turquía en 2023, la implementación de tecnología avanzada permitió rescatar a un 20% más de víctimas en comparación con desastres similares en años anteriores.
Para reducir los riesgos laborales y aumentar la efectividad de los equipos, se sugieren las siguientes acciones:
Los equipos de emergencia desempeñan un papel crucial en la recuperación tras fenómenos naturales, pero también enfrentan desafíos significativos que ponen en riesgo su salud y seguridad. La implementación de medidas preventivas, una formación continua y el acceso a recursos adecuados son pilares fundamentales para proteger a estos trabajadores.
A través de una formación adecuada, el acceso a recursos modernos y el apoyo psicológico continuo, es posible no solo proteger a estos trabajadores, sino también mejorar su capacidad para salvar vidas y reconstruir comunidades de manera eficiente. Invertir en estos aspectos no solo beneficia a los equipos de intervención, sino también a las comunidades afectadas, asegurando una respuesta rápida y efectiva ante futuros desastres.
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