El gas radón (Rn-222) es un isótopo radiactivo del grupo de los gases nobles, sin color ni olor y con cierta solubilidad en el agua y otros líquidos. Su origen radica en la descomposición del uranio (U-238) presente en las rocas de la corteza terrestre, lo cual lo convierte en una amenaza invisible, especialmente en espacios cerrados.
A continuación, exploraremos los aspectos fundamentales sobre el gas radón, desde los mecanismos de exposición y riesgos, hasta las obligaciones legales de las empresas y las medidas correctoras, para mitigar su impacto en los lugares de trabajo.
El radón ingresa en edificios y espacios cerrados principalmente desde el suelo, penetrando por grietas y fisuras en los cimientos. Las concentraciones de radón suelen ser mayores en los niveles bajos de las construcciones, aunque el uso de ciertos materiales de construcción o el agua corriente también pueden incrementar su presencia en pisos más elevados.
Los descendientes de vida corta del radón (Po-218, Pb-214, Bi-214 y Po-214), al adherirse a partículas suspendidas en el aire, se inhalan y quedan retenidos en el sistema respiratorio, donde la mayoría emiten partículas alfa, que pueden dañar las células del epitelio pulmonar y eventualmente causar cáncer de pulmón. El radón es la fuente más importante de radiación ionizante a la que se encuentra expuesta la población general. Es considerado la primera causa de cáncer de pulmón en no fumadores y la segunda en fumadores y exfumadores.
El Real Decreto 1029/2022 en España establece un marco para la protección de la salud contra los riesgos de exposición a radiaciones ionizantes, incluyendo el radón.
Concretamente en el "Artículo 75. Obligaciones del titular", se especifica:
Este reglamento obliga a ciertas empresas a estimar anualmente la concentración de radón en el aire en todas las áreas de trabajo que no estén al aire libre. Las principales obligaciones se pueden concretar en:
La medición en espacios específicos:
Respecto a cuáles son los términos municipales de actuación prioritaria, existe un Proyecto de Instrucción del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), en el que se indica:
Son términos municipales de actuación prioritaria contra el radón los clasificados como municipios de zona II en el Apéndice B del Documento Básico HS Salubridad - Sección HS 6, protección frente a la exposición al radón, aprobado por el Real Decreto 732/2019, de 20 de diciembre, por el que se modifica el Código Técnico de la Edificación.
Trasladados a un mapa, los municipios de zona II serían los coloreados en rojo:
Se puede consultar en: https://www.codigotecnico.org/pdf/Documentos /HS/DBHS.pdf
Desde Quirónprevención creemos que no es previsible que cambie el criterio del CSN cuando se publique la Orden definitivamente.
La evaluación anual del radón implica colocar detectores pasivos de trazas en áreas de trabajo, preferentemente durante tres meses, excluyendo el periodo estival. En lugares subterráneos, se recomienda realizar mediciones que abarquen un año completo, aunque se recomienda dividirlas en cuatro periodos consecutivos de 3 meses. Estos análisis deben realizarse por laboratorios acreditados por ENAC, de acuerdo con la Norma UNE-EN ISO/IEC 17025:2017.
El nivel de referencia para espacios de trabajo cerrados expuestos al radón es de 300 Bq/m³. Si la concentración supera este nivel, las empresas deberán implementar medidas oportunas para reducir la exposición y revaluar la concentración anual de radón en aire.
Para mitigar la presencia de radón, se aconseja recurrir a empresas especializadas que puedan implementar un control riguroso. Además, establecer como objetivo que en todos los lugares de trabajo la concentración de radón final sea inferior al nivel de referencia.
Igualmente, como recomendación general para mantener los niveles bajos de concentración de radón en los espacios interiores, una buena ventilación natural siempre es bienvenida.
Las principales medidas correctoras son las siguientes:
Barreras de protección: Es un método pasivo, donde se impermeabilizan las áreas habitables de los edificios para evitar la entrada de radón desde el terreno.
Espacios de contención ventilados: Es un método pasivo si la ventilación se hace de forma natural, y si no es posible, se tiene que implementar una ventilación mecánica. Este método consiste en la creación de cámaras de aire ventiladas que separen el edificio del terreno, permitiendo que el radón se evacúe al exterior.
Sistemas de despresurización del terreno: es un método activo que consiste en la instalación de redes de captación bajo el edificio, conectadas a sistemas de extracción que facilitan la expulsión del radón hacia el exterior.
Sistemas de presurización del terreno: Es un método activo que consiste en inyectar aire de la atmósfera en la base del edificio, a través de arquetas o tubos perforados instalados en una capa de relleno granular situados en el terreno que está debajo del edificio o en una parte de este, para crear una presión que dirija el radón hacia áreas de menor presión, como es el perímetro exterior del edificio.
Ventilación de espacios habitables: Es un método activo que consiste en renovar el aire viciado del interior de las zonas habitables con las del ambiente exterior y libre de gas radón, mediante sistemas de ventilación, conductos y extractores. Como variante de este sistema encontramos la creación de una sobrepresión en el interior del local habitable mediante la introducción de un mayor caudal de aire exterior del que se evacúa, estando indicado como solución alternativa para locales habitables situados en grandes áreas que no están protegidas (como por ejemplo cabinas de vigilante en garajes).
Es importante que la ventilación se establezca con un flujo suficiente de aire exterior con el fin de que no se produzca una depresión en el local habitable, que podría implicar una mayor infiltración de radón procedente del terreno. Se aconseja el empleo de sistemas de doble flujo en los que tanto la admisión como extracción de aire se realizan de forma mecánica, incorporándose al sistema un recuperador de calor que permite ceder parte de la energía contenida en el aire de extracción al de impulsión, favoreciendo el ahorro energético.
Cada una de estas medidas contribuye a minimizar el riesgo de exposición al radón, promoviendo un ambiente laboral seguro y en conformidad con la normativa vigente.
El gas radón es una amenaza silenciosa que, aunque invisible, representa un riesgo real para la salud en el entorno laboral. Las empresas deben conocer sus obligaciones y actuar conforme a las recomendaciones de medición, evaluación y, en su caso, implementación de medidas correctoras. La correcta gestión del radón no solo protege la salud de los trabajadores, sino que también asegura el cumplimiento de la normativa de seguridad vigente.
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