Dentro de pocos días comenzará el año en el que la Ley de Prevención de riesgos laborales cumplirá su 30 aniversario, como suele ocurrir se hará balance de cómo esta ley ha influido en la mejora de las condiciones de trabajo en España y nos cuestionaremos una vez más si ha cumplido con las expectativas y objetivos que inicialmente pretendía. Valorar el efecto de cualquier norma es necesario y más en este momento que está abierta la mesa de diálogo social que culminará con una reforma importante de la citada Ley.
Desde la aprobación de Ley de Prevención, la Evaluación de Riesgos Laborales ha sido la actividad preventiva a la que probablemente mayor dedicación se le ha dado por parte de las empresas. Esta intensa actividad evaluadora tenía mucho sentido en los primeros años de implantación de la ley, y lo sigue teniendo en todas las empresas de nueva creación o en aquellas que sufran cambios importantes, pero superada esa primera etapa de diagnóstico y valoración, la evaluación es solo el documento de partida en el que basarnos para desarrollar las actividades de prevención en las empresas.
Siendo una actividad relevante, merece la pena que analicemos aquellos aspectos claves a considerar por un Servicio de Prevención para conseguir que la evaluación de riesgos sea un documento operativo, riguroso y completo.
El punto de partida de cualquier evaluación, o revisión de evaluación, es el conocimiento y análisis de los daños a la salud que se haya producido en la empresa en los últimos años. Esta información es clave para orientar la evaluación a una efectiva reducción de accidentes y enfermedades profesionales y mejorar las condiciones de trabajo. Igualmente, la evaluación de riesgo solo se podrá considerar completa si parte de un listado actualizado de máquinas, productos químicos y un amplio conocimiento de los procesos y actividades de los puestos de trabajo.
Siendo un documento colaborativo, la toma de datos en campo debe estar planificada e informada con suficiente antelación, de forma que podamos garantizar la participación de todas las personas trabajadoras y sus representantes, así como el personal de estructura que sea necesario.
La toma de datos debe ser un proceso planificado con una sistemática que nos garantice que se analizan todos los aspectos evaluables, en este sentido, son muy útiles las listas de chequeo que nos guíen sobre los distintos aspectos a analizar.
Es muy importante que el informe este estructurado en bloques que faciliten su compresión, considerando como imprescindibles al menos los siguientes:
El proceso de evaluación de riesgos lleva implícita la generación de medidas que las empresas deben planificar y realizar, es fundamental que las medidas estén redactadas de manera clara y reflejen obligaciones personalizadas y adaptadas a la realidad de las empresas.
Para que el proceso de planificación sea lo más sencillo posible es muy útil agrupar las medidas según las siguientes tipificaciones:
Por último, apuntar como objetivo fundamental la necesidad de integrar en las evaluaciones de riesgo la perspectiva de edad, de género y adecuarse a las nuevas formas de organización del trabajo y entorno laboral y social. En este sentido es necesario que la reforma del marco normativo aborde estos aspectos de forma profunda, pasando de la declaración de principios que tenemos actualmente, a obligaciones claras y tangibles que el personal técnico pueda trasladar a las evaluaciones de riesgo con respaldo legal.
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