9/4/2023
Actualidad

David Grabowski (Universidad de Harvard): “La pandemia no ha acabado para los ancianos en las residencias”

Institución - Fuente: diariomedico.com
Tipo de documento: Noticia

La fórmula de este asesor del gobierno estadounidense para mejorar las residencias se resume en centros más pequeños y con personal mejor formado y pagado.


David Grabowski es profesor de la Facultad de Medicina de Harvard en el Departamento de Política Sanitaria. Durante años ha investigado en la economía del envejecimiento y en los sistemas de cuidados y atención a largo plazo, desde la perspectiva de la financiación y prestación de servicios, un campo cuyo interés ha explotado a raíz de la pandemia de covid. Le entrevistamos en Madrid, donde ha participado en la jornada sobre Cuidados de larga duración, que han organizado la Fundación Ramón Areces y la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia Comillas. Aquí se han compartido y analizado diferentes estrategias de atención a las personas en situación de fragilidad o dependencia.


El profesor Grabowski es también miembro del comité nacional de especialistas de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos que han elaborado para el gobierno unas recomendaciones prácticas con las que mejorar la atención en residencias de ancianos. Su postura es clara: inversión en la atención domiciliaria y comunitaria, haciendo hincapié en la telemedicina, y en modelos de residencias más pequeñas, con personal mejor formado y pagado, donde se ponga al residente en el centro del sistema. "A veces se considera que o invertimos en atención domiciliaria y comunitaria o en residencias de ancianos. Creo que es una falsa dicotomía. Necesitamos impulsar ambos modelos". Puede sonar teórico, pero durante la conversación aporta ejemplos, como el proyecto Green House -residencias pequeñas y con personal estable y bien formado- que han mostrado, también en los peores momentos de la pandemia, lo que puede ofrecer una atención a los mayores alejada del modelo institucional.


PREGUNTA. Una de las citas que hemos escuchado sobre lo ocurrido con la covid-19 y los ancianos en las residencias es que "la pandemia ha levantado el velo de lo que ha sido una enfermedad social invisible durante décadas". Una vez desvelada esa realidad, ¿qué se ha aprendido?

RESPUESTA. En primer lugar, que no estábamos en absoluto preparados para afrontar algo de esta magnitud. Me refiero a equipos de protección personal, pruebas y ventilación de aire adecuada. Todo eso tiene que revisarse. La segunda lección es que en Estados Unidos, y creo que también ocurre en España, tenemos residencias de ancianos demasiado grandes. Hay muchos datos que sugieren que las residencias de ancianos más grandes se asocian con mayores brotes, por lo que necesitamos reducir el tamaño de las instalaciones. Una tercera lección fue que no apoyamos a nuestro personal, por lo que muchos cuidadores abandonaron el sector. Algunos han empezado a reincorporase, pero otros muchos no. Obviamente, necesitamos mejorar las condiciones de trabajo (sueldo, prestaciones), que eran tremendamente pobres. Durante la pandemia de covid hicimos un estudio en Estados Unidos que mostró que ser cuidador de residencias era el trabajo más peligroso; más que los tradicionales, como pescadores o trabajadores forestales (tala de árboles). En el corazón de la pandemia, en 2020, los trabajadores de residencias estaban muriendo a un ritmo mayor que los de estas otras profesiones. No los estábamos protegiendo. También hay otra lección importante que se extrae de por qué unas residencias tuvieron más brotes de covid que otras. Al margen del tamaño y de la disponibilidad de los equipos de protección, en un pequeño estudio vimos que, si contaban con más personal, y más trabajadores a tiempo parcial, que asistían en diferentes edificios, había una probabilidad mayor de propagación de la covid. Así que debemos mejorar esos puestos de trabajo, no sólo porque hay que apoyar a los profesionales, sino también porque menos trabajadores por cada residente implica también menos oportunidades de propagación de la infección.


P. Ahora tenemos la sensación de que la pandemia ha acabado, pero ¿es así para todos?

R. Sí, parece que la sociedad ha acabado con ella. En todas partes, también en Madrid, veo que ya casi nadie lleva mascarilla, pero en los entornos de atención a los mayores sigue habiendo mucha vulnerabilidad. Aquí algunas de las medidas claves de la pandemia, como la protección personal, los test, y, en especial, los refuerzos vacunales son aún muy importantes. La pandemia no ha terminado en los hogares de ancianos. Yo diría que ahora tenemos que implicarlos. Nunca fue una buena idea aislarlos, como hicimos en Estados Unidos con la prohibición de visitas. Esa fue una política terrible. En cambio, es necesario apoyarlos con medidas de protección: ahí es donde tenemos que centrar nuestros esfuerzos. Y luego, a largo plazo, cambiar la naturaleza de estos edificios y la forma en que prestamos los cuidados.


P. Dentro de las recomendaciones que han elaborado desde el panel nacional de expertos al gobierno estadounidense para mejorar la atención en las residencias, ¿cuáles destacaría?

R. El informe de las academias nacionales incluía un conjunto amplio de recomendaciones sobre cómo reformar las residencias de ancianos, y que implicaban, entre otras medidas, cambiar la dotación de personal, aumentar la inversión, cambiar la regulación y reforzar las tecnologías de la información sanitaria. Pero una gran parte de esas recomendaciones ponen el acento en que la atención se centre en el residente y en la inversión en ese tipo de modelos que ponen al residente en el centro. Muchas residencias de ancianos en Estados Unidos, y probablemente también aquí en España, están diseñadas en torno al personal y a una sistematización: todos comen al mismo tiempo; todos se levantan a la misma hora; los cuidadores entran en la habitación cuando les viene bien a ellos… Es un modelo que en cierto modo quita dignidad a los residentes.