La Dra. Pilar Iglesias, psicóloga en el Hospital Quirónsalud A Coruña, habla en la plataforma contra el acoso jupsin.comEste enlace se abrirá en una ventana nueva sobre estrés y acoso laboral. Una intensa charla con el periodista Jesús LaneraEste enlace se abrirá en una ventana nueva acerca de algunos de los principales aspectos que afectan a nuestra psique en el entorno laboral.


in’. Su trayectoria es amplia y uno de sus grandes valores… empecemos por una visión de su formación, de su experiencia y de su actividad diaria.

PI. Tengo 57 años. Estudié la licenciatura en la Universidad Pontificia de Salamanca e hice cursos de doctorado en la Universidad de Lovaina. Entonces, me especialicé en Psicología Clínica, aunque en aquel momento la especialidad no existía como tal. Existía el PIR (como el MIR para los médicos) y en mi caso, por mi experiencia clínica, obtuve la titulación de Especialista en Salud (generalista).

Trabajé con pacientes con problemas de dependencias (drogadicción) durante cuatro años. Posteriormente, dejé esa parte de la psicología y desde entonces me dedico a la Psicología Clínica General para adultos (trastornos psicosomáticos, depresión…) en la Unidad de Salud Mental del Hospital Quirónsalud A Coruña.

En el día a día me ocupo de la asistencia a pacientes que se enfrentan a situaciones de enfermedades crónicas o agudas y que presentan problemas de ansiedad. Es fundamental la labor de informar y tranquilizar a los pacientes. Les ofrecemos pautas de actuación para que puedan afrontar esas situaciones con más naturalidad. Lo importante es ayudarles en la adaptación a las situaciones nuevas a las que se enfrentan.


in’. Usted ha mencionado la palabra estrés, que todos usamos hoy en día ‘¡Qué estrés!’ ‘¡Me estás estresando!’ Pero ¿sabemos qué es el estrés?

PI. No, no. Sin duda, existe desconocimiento sobre el estrés. Cuando hablamos de estrés nos referimos, básicamente, a una acumulación de tareas que no sabemos priorizar. Es como si hubiéramos perdido la capacidad de planificar nuestro día a día. Si no improvisáramos constantemente y afrontáramos el día a día con cierto orden, no tendríamos esa sensación de no llegar a ningún lado.

El estrés es un estado emocional en el que te parece que no eres capaz de actuar con un cierto orden. Mezclas actividades físicas, laborales, con sensaciones y emociones.

El estrés es ese estado en el que te empiezas a inquietar y te paralizas, en el que empiezas a pensar: ‘¡Todo lo que tengo que hacer esta mañana!’, ‘¡No sé por dónde empezar!’.

El estrés se produce cuando ya no eres capaz de fijar tus expectativas con lo que finalmente consigues, con tus objetivos. Pero debemos tener en cuenta que el estrés puede ser positivo, como una cierta tensión que te permite o te facilita que avances, que te superes. Es como un reto que nos mantiene con cierta alerta. Lo que sucede, es que terminamos confundiendo el estrés con la ansiedad. Y no son sinónimos.


in.’ Pregunta obligada, doctora. ¿Cuál es la diferencia entre estrés y ansiedad?

PI. La ansiedad es una vivencia negativa que se presenta con síntomas físicos como por ejemplo taquicardia. Sin embargo, estos síntomas nos son ‘productivos’, sino que se retroalimentan en negativo. No nos permiten encontrar soluciones.

En cambio, el estrés, es una experiencia vital que sí nos permite encontrar soluciones. La ansiedad es casi como la autocompasión y el victimismo de ‘no soy capaz’. El estrés es una experiencia más constructiva.

Lo que yo propongo a mis pacientes, en el momento en que empieza la inquietud, es priorizar.

Vamos a pararnos un minutos, media hora si es necesario y vamos a intentar organizar y a convertir en positiva esa inquietud.

Por eso decimos que el estrés ayuda si somos capaces de disciplinar nuestro día a día y tenemos sensación de que hemos terminado la tarea a la que nos enfrentamos.

Hay mucha gente que no es capaz de dar por terminado lo que empieza, pero es una cuestión de planificación. Ocurre, por ejemplo, que están hora y media con el móvil, en las redes sociales, cuando deberían realizar sus tareas y luego viene el arrepentimiento y la culpa, ‘no he sido capaz de acabar mi trabajo, ¿que hago ahora?’.


in’. ¿La culpa es de los móviles y de las redes sociales?

PI. No, claro que no. El móvil es un objeto neutro… El matiz de la necesidad de recurrir a él y a las redes sociales se lo damos nosotros. Y la motivación por la que no podemos evitar acudir al móvil y a las redes sociales se lo damos nosotros.

Ocurre que, la mayor parte de las veces, la motivación no tiene correspondencia con la calidad. La mayoría de las veces que cogemos el móvil y entramos en las redes sociales perdemos el tiempo, simplemente curioseamos. Es un tiempo poco o nada constructivo, es como tener ocio sin tener sensación de ocio.

Una parte de mi trabajo es abordar, desde el punto de vista psicológico, las relaciones sexuales. En este aspecto, encuentro personas jóvenes (entre 30 y 40 años) que me dicen, ‘no tengo tiempo para el sexo’. Entonces, yo les pregunto, ¿qué haces en tu día a día?. ‘Trabajo mucho y llego a casa a las 8’. ¿Y qué haces en casa? ¿Estás con tu pareja? ‘Durante hora y media miro las redes sociales, no tuve tiempo durante el día por el trabajo, y tengo que contestar los mensajes de wattsapp. Luego ceno, un rato de tele o de nuevo de redes y a la cama’.

No es que esta persona tenga problemas con su pareja, es que no quiere priorizar realmente lo que quiere hacer. Agotamos tiempos y los únicos responsables somos nosotros mismos. No tenemos sensación de que gastamos el tiempo, pero pasa el día y nos decimos, ‘no he tenido tiempo para nada’. No es verdad.


in. ¿Somos tan malos, doctora?

PI. No es que seamos malos, es que no tenemos voluntad. Y los estresores ambientales empiezan a ser importantes en nuestra vida, como esa urgencia de contestar sí o sí, porque si no eres igual que los demás parece que no existes, no estás ‘conectado’.

No obstante, tenemos que tener en cuenta que estamos en un momento socioeconómico malo. La gente tampoco tiene grandes satisfacciones y busca vías de escape para consolarse. Esto afecta sobre todo a personas de entre 30 y 40 años. Es el momento de examinar qué es más productivo y ver como eres más feliz.

Pensemos que hay una situación general de desilusión ante el futuro. Y es una situación que no provocamos nosotros.

Ese desánimo, esa falta de poder plantearse objetivos afecta a un 30% de la población española. En muchos casos, se trata de personas que no están ‘entrenadas’ para afrontar la adversidad.

Veníamos de una época socioeconómica ‘maravillosa’, con una educación muy protectora, muy acogedora y con poca capacidad para afrontar situaciones negativas. Ahora es tiempo de reinventarse.

La pregunta es ¿ayudamos los medios profesionales? A veces ayudamos poco, porque casi generamos el problema (epígrafes de situaciones pseudopatológicas) para que la gente se identifique con él. Por ejemplo, todos nos sentimos ilusionados cuando nos vamos de vacaciones y esto nos produce ansiedad, que vivimos de forma positiva. No pensamos que esto requiera de un tratamiento especial. Hoy hemos creado el síndrome prevacacional, es algo real.

Y al revés, todos hemos vuelto de vacaciones y hemos sentido desilusionados, de bajón. Hemos creado el síndrome postvacacional. Es como si hubiéramos creado la necesidad de generar síndromes y problemas. La persona los identifica, los agudiza y los dramatiza, porque en esos síndromes busca explicación al malestar que sienten en ese momento.


in’. ¿Podemos enumerar síntomas del estrés? ¿Y el tratamiento?

PI. Sí, por supuesto. Son cuadros que aparecen de forma brusca. Los síntomas de estrés son muchos y variados:

  • Dolores de cabeza
  • Problemas gástricos
  • Problemas para conciliar el sueño
  • Poco tiempo de sueño
  • Despertarse sobresaltado
  • Problemas dermatológicos
  • Reacciones cutáneas
  • Cuadros de alergia…

Proponemos una terapia congnitivo conductual en la que los pacientes deben elaborar nuevas estrategias válidas para abordar el estrés, o sea, aprender a priorizar en el día a día. En cuanto a la ansiedad, hacemos hincapié en evitar pensamientos catastróficos y sentimientos de inutilidad.

La terapia cognitivo conductual se basa en la comunicación oral por la que tratamos de conocer cómo cada persona afronta su día a día, cómo establece las relaciones afectivas personales o laborales, etc. Intentamos que, desde la individualidad, desde lo que es, la persona sea capaz de establecer nuevas situaciones que actúen como optimizadores. No le puedes pedir lo mismo a una persona tímida que a una persona extrovertida.

Hay que buscar. Y dentro de la naturaleza de cada persona enseñar a elaborar una conducta, el comportamiento en el día a día, que le permita vivir mejor.

Y sobre todo, que sea capaz de diferenciar entre los sentimientos, las emociones y los afectos, y que aprenda a poner cada cosa en su lugar.

No se trata de una terapia como el psicoanálisis basada en la conducta inconsciente del individuo, es una terapia basada en la solución de problemas. No es tanto por qué se provoca el conflicto, sino en cómo podemos resolverlo.

El 60% de los pacientes de nuestra consulta son personas sanas con dificultades puntuales. Terapias como la cognitivo conductual son más fáciles de entender por los pacientes porque se adaptan a la realidad del individuo.


in’. Sin embargo, el estrés se puede convertir en un grave problema de salud

PI. Un paciente me contaba que había tenido una situación de gran estrés y que por la noches se sentía fatal y que pensaba que le iba a dar un infarto y que se moría.

Lo cierto es que el estrés, que convertimos en ansiedad, provoca síntomas físicos similares y tan importantes como los de un infarto, y sobre todo la sensación a ‘pérdida de vida’, de que se te va la vida, de que te mueres y no puedes hacer nada para evitarlo.

La tensión arterial es normal en ese momento, pero la vivencia emocional es destructiva, con un impacto brutal en la conducta por el miedo a a se repita. Existe otro problema, el estrés puede llevar a situaciones psiquiátricas complejas, incluso con pacientes que tienen episodios de despersonalización, personas que tienen fugas disociativas.

Este es el caso de un paciente, alto ejecutivo, que desapareció de su casa durante quince minutos y apareció en casa de un vecino, a la que entró por la ventana. No sabía cómo había llegado allí. Se trata de una situación psiquiátrica compleja, y la causa puede ser el estrés a niveles muy elevados.


in’. Otra situación compleja y con consecuencias psíquicas es el acoso

PI. El acoso es una situación generadora de estrés por la indefensión que genera en el individuo acosado. La víctima se siente indefensa ante la agresión, primero porque no entiende por qué ocurre y segundo porque personaliza la situación.

Independientemente de que la agresión sea física o psicológica, la indefensión, la impotencia que genera el no poder hacer nada para resolver la situación, genera un estrés importante. Además, cuando ocurre en personas muy jóvenes, puede provocar secuelas que, si no se resuelven, van a repercutir de forma negativa en su vida a medio y largo plazo.

Ahora, con la visibilidad que se está dando al acoso por ejemplo escolar, los niños saben que pueden acudir a alguien para pedir ayuda. Pero, muchas veces, el acoso ocurre y la víctima no se atreve a contarlo. Cuando el acoso es violencia psicológica, puede pasar mucho tiempo antes de descubrirse.

La víctima tiende a esconder el acoso, porque cree que si se hace público la agresión puede ser mayor. Y mientras, esa sensación de impotencia, de humillación, de ‘no valgo nada’, ya ha hecho mucho daño y ha provocado mucho sufrimiento. Por todo esto, es fundamental dar visibilidad al acoso.


in’. ¿Van de la mano estrés y acoso laboral?

PI. Existe mucho acoso laboral, esto es una realidad. Y el acoso laboral genera mucho estrés. Muchas veces queda oculto, porque la víctima de acoso laboral no se atreve a denunciarlo porque es difícil de demostrar.

El acoso laboral provoca sensación de indefensión, de rabia, de miedo… Y puede conllevar la pérdida del trabajo, algo importante que hay que sumar a todas las sensaciones psicológicas negativas. Sin duda, la víctima de acoso laboral sufre un verdadero infierno. Y la Sociedad no es consciente del sufrimiento de la víctima de este tipo de acoso.

Cuando percibimos una situación de mobbing en personas cercanas a nosotros tendemos a mirar para otro lado e inmediatamente justificamos nuestra posición con la típica y desafortunada frase ‘algo habrá hecho’ que culpabiliza a la víctima.

Pensamos que una conducta viene motivada por un estímulo. Es decir, que una persona sufre acoso porque provoca que eso ocurra. NO es cierto, pero es más fácil creer que existe una provocación previa y que la situación se le fue de la manos a la víctima.

En general, el ser humano tiene una opinión muy pobre del ‘vecino’. Y somos bastante cobardes ante situaciones tan terribles como el acoso laboral, porque durante mucho tiempo nos han enseñado eso de ‘no es tu problema, no te metas’. Tendemos, por eso, a culpabilizar a la víctima.


in’. Y se produce la revictimización…

PI. La persona acosada, lo primero que se pregunta es ‘¿qué he hecho yo para provocar esto?’. Busca situaciones que justifiquen de alguna manera la agresión que sufre. Cuando no las encuentra y no hay salida, la víctima se vuelve a responsabilizar de lo que ocurre. Y si da la voz de alarma se siente aún más responsable ante los demás, que por otra parte, le van a demonizar directamente.

En el caso de las agresiones sexuales, esto se aprecia de forma muy clara. No es fácil encontrar a alguien que sea capaz de defender que la agresión no ha sido en ningún caso provocada y que no se justifica de ninguna manera.

El dominio de un ser humano sobre otro es un asunto complejo por la situaciones de dependencia y por la frustración que genera sobre la persona dominada. En ocasiones, la víctima incluso se siente protegida por el acosador. Además, identificamos al acosador con un individuo infame en todos los hechos de su vida, y no necesariamente.

Por desgracia, el acoso está muy generalizado.


in’. ¿Morimos de éxito?

PI. La búsqueda del éxito es, sin duda, un estresor hoy en día. Parece importante para cualquier persona alcanzar el éxito, y el problema es que lo identificamos con dinero y fama. Se trata de un modelo no adecuado y que nos van inculcando desde pequeños. Y no es verdad, porque el éxito es algo mucho más personal.

Todos estamos encaminados de alguna manera a triunfar, esto es indudable. Sin embargo, en vez de buscar modelos de referencia más variados, más sólidos, se buscan modelos para el éxito absolutamente superficiales y casi siempre imposibles de alcanzar. Estos modelos nos hacen identificarnos con conductas que no tienen nada que ver con nuestra realidad… y la frustración de no poder alcanzarlos es terrible.


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