La música, ya sea clásica, rock, folk, reggaeton, rap, etc., nos gusta a todos. De una manera o de otra, todas las culturas están unidas a la música y es habitual que siempre que se celebran fiestas o reuniones, tanto familiares como de amigos, la música está presente. Es un elemento que juega un papel muy importante en las películas, en las series de televisión, en el teatro, en la radio…es decir, en todos los medios de comunicación.
Y si reunimos a un grupo de personas y les transmitimos conocimientos, ¿de qué estamos hablando; de formación, tal vez? Entonces, podríamos unir las reuniones de personas para un fin determinado con los medios de comunicación y la música. No haríamos nada raro, es algo que hacemos durante toda nuestra vida: nos reunimos, nos comunicamos y lo coloreamos con música.
Se puede considerar que la música utiliza un lenguaje universal: todos la sentimos, a pesar de que no entendamos la letra, y todos tenemos una reacción física y emocional ante la música.
Diversos estudios avalan que la música, además, puede ser utilizada para estimular la memoria. Todos conocemos la canción de los planetas con la que memorizábamos la posición que tienen con respecto al sol, o la cantinela con la que aprendíamos las tablas de multiplicar. O, por poner otro ejemplo, ¿cuántas veces has escuchado una canción que te ha traído recuerdos pasados?
El cuerpo responde ante la música con palmadas, movimientos de cabeza, tarareo, etc. Y el cerebro también reacciona con sentimientos: miedo, placer, intriga, tranquilidad, desasosiego, etc. Cuando vemos una película sabemos que algo va a suceder por el tipo de música que utilizan en cada momento. Si la música es lenta, nos genera melancolía, tristeza… Si la música es rápida y el nivel del volumen aumenta, sabemos que viene una escena de acción y nos genera tensión. Si la música es alegre, sabemos que algo bonito va a suceder.
Con todo esto, parece que la música puede lograr que nuestras emociones, actitud, estado de ánimo, atención, etc. se modifiquen en cuestión de segundos.
Diversos estudios avalan el efecto positivo de la música durante el aprendizaje: En 1993 los profesores Frances Rauscher y Gordon Shaw llevaron a cabo un experimento al que bautizaron como "Efecto Mozart". Descubrieron que escuchar música de Mozart generaba en las personas un estado de relajación y un aumento del coeficiente intelectual, y que lo aprendido permanecía en su memoria durante mucho más tiempo.
La investigadora Frances Rausher dedujo tras este estudio sobre cómo la música afecta al cerebro y al aprendizaje, que el momento en el que se escucha la música es también muy importante. El "Efecto Mozart" se cree que es efectivo si se experimenta unos minutos antes de realizar una prueba o examen, ya que aumenta la capacidad de razonamiento abstracto. Aunque parece ser que dicha capacidad es temporal y dura unos 15 minutos. Sin embargo, según los estudios de la doctora Rausher, si se sigue escuchando música de Mozart durante el examen ello nos ayudaría a que ese razonamiento abstracto aumente durante toda la realización de la prueba.
Manfred Clynes en su libro "La Música, la Mente y el Cerebro" (1982) confirma esta teoría: dice que la música también se siente en los latidos del corazón y que éstos tienden a sincronizarse con el compás de la música que se está escuchando. Cuanto más rápido sea el compás de la música, más rápido va nuestro pulso. Cuando ambos ritmos van al unísono, están en sintonía, y será entonces cuando estamos más conscientes, y aprendemos mejor.
El doctor Paul Maclean y su teoría sobre el "Cerebro trino" nos explica que el cerebro se divide en tres zonas: la formación reticular (la más pequeña con tan solo un 5% del total del cerebro) es la que se ocupa de mantener al cuerpo con un funcionamiento básico: respiración, latidos del corazón, etc; y es la vía de entrada de la información obtenida por los sentidos. El sistema límbico (que ocupa un 10% del cerebro), se ocupa de las emociones y el control glandular, entre otros. Y la corteza cerebral (que ocupa nada menos que el 85% del cerebro), se encarga de los procesos de pensamiento más altos. Maclean viene a decir que el sistema límbico (el de los sentidos) es tan fuerte y poderoso que puede anular el resto de las partes del cerebro, incluida la de más alto nivel de pensamiento. Por ello, ante sensaciones positivas como son el amor, comer cosas que nos gusten, escuchar música agradable, etc. nuestra capacidad de aprendizaje es superior, ya que se estimula nuestra zona del cerebro de mayor rendimiento (la corteza cerebral). De igual modo sucedería con sensaciones o sentimientos negativos (miedo, ataques verbales, hostilidad, etc.), en cuyo caso el rendimiento de nuestra corteza cerebral se vería mermada debido al ataque de la parte del sistema límbico, que través de la formación reticular recibe estas sensaciones desagradables.
Quizá si utilizamos la música adecuada en cada momento de la formación conseguiríamos que nuestros alumnos estuvieran relajados en el momento en el que estamos explicando; alerta cuando estamos preguntando o realizando dinámicas; que se sensibilicen cuando hablamos de accidentes laborales; que su capacidad de razonamiento aumente cuando hacemos juegos; y que en su memoria se mantengan los conceptos adquiridos durante mucho tiempo. Solo es necesario seleccionar el tipo de música para cada momento y los alumnos reaccionarán sin ser conscientes. Acogerán de buen grado el hecho de escuchar música mientras les están hablando ya que, como hemos dicho, a todos nos gusta la música y mucho más si la compartimos con otras personas. Y, por supuesto, conseguiremos realizar una formación más divertida y marchosa.
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Enhorabuena por el artículo. Describe perfectamente el potencial de la música y sus beneficios.
Un saludo y feliz día de la música